10 de mayo de 2012

EL VIERNES DE SUS DOLORES

Y la ciudad esperaba de nuevo al Viernes.
Tras una semana de cielos abiertos, de altas candelerías y blancas flores, de oraciones y reflexiones ante el altar de Dios. Tras siete días de preparación, de nuevo llegaba el Viernes y lo que siempre fue final volvía a ser el comienzo del sueño. El broche de oro, la que cierra este tiempo en La Palma, se ponía frente a frente a quienes se agarraban a su mano para comenzar a caminar la Pasión. Y las heridas se abrían ante sus ojos, lo que más duele a esta tierra quedaba a sus plantas sobre una alfombra de blanco azahar, al igual que las promesas y alegrías que se convertían en besos puros de amor infinito. La Virgen  rozaba el alma de este pueblo en el Viernes que siempre será el de los Dolores. 
La Hermandad Servita del Santo Entierro se reunía en la Parroquia, en aquel 30 de marzo, para celebrar su Solemne Función Principal de Instituto y el tradicional Besamanos a la Virgen de los Dolores. En este año especial de efemérides, se dedicaba la Función por el alma de dos hermanos benefactores que fueron claves en aquellos dificiles momentos de posguerra, Dña. Pilar Rodríguez Vila y D. Nazario Prieto Romero, quienes se llegaron a jugar la vida por devolver a La Palma a las Imágenes Titulares de esta Hermandad tras el incendio bélico.El Párroco, R.P.D. Francisco J. Martín Sirgo, ocupaba la Sagrada Cátedra en esta Celebración, en la que los hermanos profesaron su Fe Católica.
 Al canto de la Salve a la Virgen de los Dolores, entonada por la Coral Polifónica Municipal de La Palma y seguida por todos los fieles que llenaban la Parroquia, se iniciaba el Besamanos a la Virgen de los Dolores. Largas filas se fueron formando para llegar ante sus manos, para rozar su piel de nacar y sentir el escalofrío que su mirada provoca. Ni las fuertes lluvias impidieron que sus devotos llegasen puntuales a la cita con la Señora, que esperaba hermosa a los pies de su Hijo de la Buena Muerte.
Pero el Viernes se iba muriendo, las horas pasaban y traían a la Parroquia el rezo del Vía-Crucis entre penumbras y sombras que se hicieron oscuridad a la media noche. Cuando las doce sonaban en el campanario el silencio se hacía en La Palma y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte descendía de su altar para ser trasladado a su Paso. El tiempo de Pasión llegaba, así comenzaba nuestra Semana Santa.

 

Fotos: Manuel V.