10 de febrero de 2012

MARÍA SANTÍSIMA DEL SOCORRO, 75 AÑOS

María Santísima del Socorro, Sagrada Titular de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, celebra su LXXV Aniversario.
Probablemente ambas hayan compartido más secretos de los que se piensan. En ellas el mismo milagro tuvo lugar practicamente en la misma época. Las mismas manos las acariciaron con ternura para devolverlas hermosas a una tierra desolada. En el mismo sitio ambas vieron el primer amanecer y de seguro recibieron los primeros rezos. La Virgen del Socorro y nuestra Madre de los Dolores, las dos nacidas de las gubias de D. Sebastián Santos, a quien la inspiración de Dios colmó de forma extraordinaria. Dos imágenes hermanas, que  han vuelto a reencontrarse como cada año entre los fríos muros de la Parroquia, aunque el gozo y la dicha de la ocasión han hecho que todo tuviese un cariz especial.
La Virgen del Socorro en su palio presidió en la Parroquia los Cultos Extraordinarios por su LXXV Aniversario, durante los días 2, 3, 4 y 5 de febrero. Ante esta efemérides, los hermanos del Santo Entierro quisieron ofrecer a la Santísima Virgen del Socorro su corazón de oro traspasado por los siete puñales de dolor, símbolo de la advocación de los Dolores y del hermanamiento de ambas. Esta ofrenda tuvo lugar durante el último día del Solemne Triduo, luciendo la Virgen del Socorro esta aurea insignia en el día de su Función Principal y Procesión Extraordinaria.
El 5 de febrero los hermanos de Padre Jesús vivieron una jornada de gozo acompañando a su Madre del Socorro. Nuestra Hermandad quedaba representada por varios miembros de la Junta de Gobierno que participaron en la Función y Procesión. Entre los cirios de la candelería del palio se leía el nombre de las Dolorosas palmerinas, estando muy cerca de la Virgen el nombre bendito de nuestra Titular, un hermoso y curioso detalle de este inolvidable 5 de febrero.
Socorro fue la primera luz de un año Extraordinario, que ya brilla radiante en el recuerdo cofrade de La Palma.

 
 
 

Fotos: J.D. González y Manuel V.